Hace tiempo, cuando me encontraba en quinto de secundaria, estaba por una céntrica avenida de estos aún apacibles lugares, cuando de pronto mi amigo que iba a mi lado me dice:
- Oye, esa rubia esta que te mira... ¿la conoces?... ¡por que esta muy bonita!
Lo mire a mi amigo y dirigí mi mirada al lugar donde el miraba, al frente de la acera donde nos encontrábamos. La rubiecita por estar mirándome no se dio cuenta que delante de ella había un poste y tremendo golpe que se da, yo me reí pero, muy levemente, por que si lo hacia burlonamente tal vez se enojaba conmigo, mi amigo si empezó a reírse y hacer gestos estúpidos de adolescente, le golpeé el hombre y le dije, que no era nada gracioso, me miro y paro de reírse.
La rubia me miro y se comenzó a sobar su mejilla, creía que su mirada iba ser de enojo pero, no, solo me sonrió y se fue con sus amigas que no paraban de reírse.
Tiempo después, para hacer exacto unos dos días atrás, la volví encontrar justo en el mismo lugar (yo estaba esperando a cierta pelirroja que dice que se va y nunca lo hace...jajaja), pero, la rubia que después llegue a saber que se llamaba Patricia, estaba con su pequeño hijo y su marido, la mire a ella y mire el poste, ella sonrió y su esposo me puso mala cara, hice el ademán de darle un abrazo ha ambos, y justo en ese momento apareció Antonella, que como siempre me pregunto quien era esa mujer, ya le había contado la anécdota anteriormente, y nos fuimos en mi moto, no sin antes reírnos los dos.
Con Patricia tuve una extraña historia de amor platónico que tal vez en otro momento contare, que como pueden adivinar la señorita de rubino ya lo sabe, jajaja.