- Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Y cuando regreses a decirme adiós, te regalaré un secreto.
El principito fue a ver nuevamente a las rosas:
- Ustedes no son de ningún modo parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún – les dijo. – Nadie las ha domesticado y ustedes no han domesticado a nadie. Ustedes son como era mi zorro. No era más que un zorro parecido a cien mil otros. Pero me hice amigo de él, y ahora es único en el mundo.
Y las rosas estaban muy incómodas.
- Ustedes son bellas, pero están vacías – agregó. – nadie daría la vida por ustedes. Seguramente, cualquiera que pase creería que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que es ella a quien he cuidado. Puesto que es ella a quien abrigué bajo la campana de cristal. Puesto que es ella a quien protegí con la pantalla. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se convirtieron en mariposas). Puesto que es ella a quien escuché quejarse, o alabarse, o incluso a veces callarse. Puesto que es mí rosa.
Antoine De Saint-

Yo tengo un amigo marroncito
y de ojos pequeños.
Astuto y dicharachero,
muy gracioso y halagüeño
Me enseño a comprender
lo que es hacer a alguien tan especial.
No le gusta la impuntualidad
porque todos estamos hechos de costumbres
y de buenas costumbres
podemos a los amigos domesticar.
Lo esencial no se puede comprar
ni tocar ni mirar
pero,
si sentirlo y hacerte individual.
A veces me lo imagino
sentadito en los trigales
pensativo y nostálgico
repitiendo su famosa frase.
Frase que la llevo guardadito
en el cofrecito de mi corazón
junto a la dueña de mi amor:
Mi linda flor.