
La brujita habichuela
está muy triste,
está muy sola.
Tiene una escobita
que es muy mona:
Bordada de escarlata
con lazos de plata.
Una caldera de color rosada;
que al hervir las pócimas,
canta una canción mal entonada.
Unos zapatitos marrones
de media suela,
media muticolores,
un gran sombrero
y un trajecito de oscuras flores.
Su casita está muy bien arreglada;
no hay alimañas,
ni abundan las telarañas.
Siempre sale todas las mañanas,
a buscar amigos,
entre tierras aledañas
Mas los aldeanos le temen
y los más osados le lanzan piedras
y la insultan de mala gana.
¡Eres muy fea,
tienes el pelo desordenado,
un grano enorme
en esa nariz insultante y deforme!
Pero ella no les hace nada,
tan solo calla,
y se aleja de ellos apenada.
Si me dieran una oportunidad,
verían que no soy mala.
Nadie contesta nada,
y un día de esos,
llega un mago muy hermoso.
Y todos lo alaban,
y todos lo reciben,
entres sonrisas y aplausos.
¡Eres precioso!
¡Eres muy sabio!
Y en tu corazón brilla el más puro amor,
mi señor.
Mas los infelices no saben;
que aquel mago majestuoso,
sólo a llegado a robarles el alma.
Uno a uno,
se van convirtiendo en marranos;
y en eso aparece la brujita habichuela.
Mueve sus manos,
y las almas de los aldeanos;
regresan a sus cuerpos,
volviendo a ser humanos.
El mago encolerizado,
lanza sobre ellos todo su poder
para tratar de aniquilarlos.
La brujita habichuela,
reúne todas sus fuerzas
y la lanza contra el terrible mago.
Una gran luz aparece
y tiembla toda la tierra;
todos están espantados.
Pero después regresa la calma
y del maligno mago no queda nada.
Los aldeanos gritan de alegría
y dan vítores a la brujita habichuela.
Ella sonríe y estira sus manos
dando las gracias,
sin embargo, cae pesadamente
porque su vida se está acabando.
Todos empiezan a llorar
y rodean el cuerpo de la brujita habichuela,
le piden perdón por lo que hicieron,
y ella sonríe
y antes de morir les dice:
Los quiero.
Desde ese día,
todos los aldeanos,
ya no tratan mal a nadie
tan solo por su apariencia
Porque se acuerdan que hubo una vez,
un ser no tan hermoso,
que les dio lo que nadie así nomas da.
¡Su vida, su alma!
está muy triste,
está muy sola.
Tiene una escobita
que es muy mona:
Bordada de escarlata
con lazos de plata.
Una caldera de color rosada;
que al hervir las pócimas,
canta una canción mal entonada.
Unos zapatitos marrones
de media suela,
media muticolores,
un gran sombrero
y un trajecito de oscuras flores.
Su casita está muy bien arreglada;
no hay alimañas,
ni abundan las telarañas.
Siempre sale todas las mañanas,
a buscar amigos,
entre tierras aledañas
Mas los aldeanos le temen
y los más osados le lanzan piedras
y la insultan de mala gana.
¡Eres muy fea,
tienes el pelo desordenado,
un grano enorme
en esa nariz insultante y deforme!
Pero ella no les hace nada,
tan solo calla,
y se aleja de ellos apenada.
Si me dieran una oportunidad,
verían que no soy mala.
Nadie contesta nada,
y un día de esos,
llega un mago muy hermoso.
Y todos lo alaban,
y todos lo reciben,
entres sonrisas y aplausos.
¡Eres precioso!
¡Eres muy sabio!
Y en tu corazón brilla el más puro amor,
mi señor.
Mas los infelices no saben;
que aquel mago majestuoso,
sólo a llegado a robarles el alma.
Uno a uno,
se van convirtiendo en marranos;
y en eso aparece la brujita habichuela.
Mueve sus manos,
y las almas de los aldeanos;
regresan a sus cuerpos,
volviendo a ser humanos.
El mago encolerizado,
lanza sobre ellos todo su poder
para tratar de aniquilarlos.
La brujita habichuela,
reúne todas sus fuerzas
y la lanza contra el terrible mago.
Una gran luz aparece
y tiembla toda la tierra;
todos están espantados.
Pero después regresa la calma
y del maligno mago no queda nada.
Los aldeanos gritan de alegría
y dan vítores a la brujita habichuela.
Ella sonríe y estira sus manos
dando las gracias,
sin embargo, cae pesadamente
porque su vida se está acabando.
Todos empiezan a llorar
y rodean el cuerpo de la brujita habichuela,
le piden perdón por lo que hicieron,
y ella sonríe
y antes de morir les dice:
Los quiero.
Desde ese día,
todos los aldeanos,
ya no tratan mal a nadie
tan solo por su apariencia
Porque se acuerdan que hubo una vez,
un ser no tan hermoso,
que les dio lo que nadie así nomas da.
¡Su vida, su alma!