Verdadero Amor

domingo, 28 de septiembre de 2008
Caminando por la orilla de la playa encontré una preciosa flor de un color verdaderamente muy extraño, podría decir que su tono era diáfano, la guarde y decidí averiguar cual era su nombre.
Investigando sobre su origen pude conocer que era la única que existía y como explicación me contaron lo siguiente:

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En lo más alto del cielo, surcaba un ángel de cabellos negros, con un libro de poemas y uno de historias de amor que llevaba entre sus finos dedos, el viento acariciaba sus albas alas que se abatían contra el helado susurro qué de sus palabras el céfiro bramaba.
Enamorada luna ambarina siguiendo de cerca el desconsuelo, con sus delicados y áureos dedos, tocaba suavemente los finos cabellos del ángel entristecido, y un beso púrpura le concedía al extraño adormecido.
Lentamente como lluvia del cielo se deslizo hasta llegar al suelo, un descanso a sus bellas alas daba, en lo alto del litoral descansaba, de pronto ante sorpresa de su doliente mirada en el borde de aquella marina ribera se formo la figura de un varón gallardo y altivo; piel bruñida de bronce que semejaba a los rayos del ocaso de la tarde, y con voz grave musito el nombre de una mujer, y de las olas del mar surgió una blancura de bella dama; mirada enamorada vertía la dulce hija del neptuno endiosado, y como canto de sirena susurro al viento una frase de amor:
- Te amo.
El adán creado de las partículas de la arena, se acerco lentamente hacia la linda mujer y le dijo:
- Yo también te amo.
Sus miradas como halos de luz hacían brillar la faz de los dos, y el acercamiento delicado de sus labios se unió en un ósculo enamorado.
En lo alto de la hermosa playa el ángel cantaba una bella balada de amor, con una tristeza que embargaba su corazón:
...Somos un sueño imposible/ que busca la noche/ para olvidarse del tiempo / de tanto reproche /somos en nuestra quimera/doliente y querida / dos hojas que el viento/ junto en el otoño...
Los amantes se besaban entre la inmensidad azul del tranquilo mar y del helado rumor de la brisa marina que acariciaba sus sienes, cangrejos rodeaban a los dos seres, y entre ellos formaron un bello corazón naranja que decía en el medio:
- Solo amor.
El ángel extendió silenciosamente sus cándidas alas y de sus ojos cristalinos una lágrima de alegría surgió y murmuro entre sus labios una frase de pasión:
- Es amor.
Se entrego a la inmensidad del espacio de ébano, ante la mirada de una luna ambarina que suspiraba por desamor y el viento entre silencio espectral le recordaba lo que siempre el pobre ángel no podía hallar…, un verdadero y precioso amor, que aniquilada para siempre su oculto dolor…

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Y con este relato me dieron a conocer que aquella lágrima qué de los ojos del adolorido ángel broto, nació una bella flor de nombre:
¡Lágrima triste de ángel!
Tan bella y pura, tan afligida y preciosa, que aquellos enamorados qué encontraran la hermosa flor, sabrían que su sentimiento es:
¡Verdadero amor!
Ciertamente era una historia romántica, pero aun seguía con la duda de por que justamente yo la había encontrado, si enamorada no tenia…

Verdadero Amor


Mande hacerle un estuche de cristal a la exótica flor para que así no se deteriorara. Les enseñaba a los que podía lo hermosa que era, sin embargo, unos me miraban extrañados; otros no se daban por entendidos y uno que otro mostró cierto terror al verla.
Una anciana se me acerco con lágrimas que caían de su cansado rostro y me pidió tocarla, me dio lastima decirle que no. Saque con cuidado la candidez hecha flor y se la puse en sus manos.
Ella empezó a contarme la segunda parte del relato mientras se hundía su pecho de angustia...
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Lugar gris, sin brillo de estrellas, sin mirada estática de luna suspirante, viento silenciado por la tristeza de una bella mujer que musita su melancolía; lágrimas negras que recorren sus mejillas…, los recuerdos de amores vanos se van revelando lentamente en sus pensamientos, suspiros fortuitos que le hacen entender, que su vida sentimental estuvo llena de lujuria trastornada, por que amor sincero…, jamás tuvo en la vida.
Cuervos temibles y una esquelética cabeza rodea su ser, pensamientos que le narran, el encuentro de una alegría perpetua más allá de la vida.
Abre sus labios humedecidos por el llanto de la soledad y con voz mustia aclama al dios eterno su infinita agonía:
- Nadie se apiada de mí…
- Nadie sufre por mí…
- Un beso de amor, jamás he sentido…
- Lujuria insana, eso es lo que he obtenido…
- Apiádate de mi, hacedor de este mundo de horrible delirio y acaba con este martirio…, termina de una vez con mi dolor atroz.
Cielos recalcitrantes de una oscuridad jamás imaginada, estrellas agonizantes, dan su último fulgor en el firmamento ensombrecido; aura desfalleciente de una luna que de vez en cuando asoma su mirada entre el velo de nubes deslucidas…, llevándose consigo trémulos recuerdos de vidas sofocantes, austeras de amor verdadero.
La mujer siente a sus espaldas una suave brisa que acaricia suavemente su desfalleciente ser, gira lentamente y en sus hermosos ojos azules se dibuja la figura de una celestial identidad…, ángel de cabellos negros y delgados…, de mirada apagada, de alas extremadamente níveas como su virginal corazón…, le habla con tristeza plena que agobia su corazón atormentado:
- Preciosa niña de voz y vida taciturna…
- Eres reflejo imperfecto de mi vida…
- He recorrido el mundo; las épocas, las diferentes civilizaciones que han surgido y luego desaparecido…, buscaba felicidad, pero solo he encontrado mi propia melancolía.
- He querido sonreír a la vida, sin embargo solo he hallado trémula insidia.
- He visto amantes queriéndose fogosamente, para después olvidarse mutuamente.
- Las edades de los enamorados a veces diferían pero el final de su vida amorosa siempre era la misma…, un meditabundo olvido.
La doncella se ve pensativa, y recibe de las manos del ángel un cuaderno de poemas, y entre todos ellos, su nombre estaba escrito con apasionante delirio…Vilde.
Un ruego lastimero sale del ser alado, una suplica que letra a letra, escribe su corazón enamorado.
- Has que mis ojos extinguidos se iluminen y que mi alma solitaria conozca lo que es verdadero amor.
- Disipa por favor; este mortal temor de no encontrar a quien adorar con este corazón puro y virginal.
- Sacia mis labios secos y partidos, has que se detenga mi dolor, te lo imploro…, por favor.
La beldad de mujer sonríe al ángel dolido y le concede un beso de hermoso brío…, acaricia sus cabellos e ilumina al trémulo ser con sus ojos de cielos limpios y radiantes.
El ángel entre lágrimas abraza con dulzura a la linda dama y con suave rumor de sus labios le entona una canción de amor:
…Cariño como el nuestro/es un castigo/que se lleva en el alma/hasta la muerte/mi suerte/necesita de tu suerte/y tu/ me necesitas mucho mas/…Por eso/no habrá nunca/despedida/ni paz alguna habrá/de consolarnos/el paso del dolor/ha de encontrarnos…/frente a frente/y nada mas...
Una caricia lleno de dulce amor los encierra y la luna ambarina, describe una sonrisa de complicidad por su ángel querido, mientras el susurro del viento acaricia tenuemente a los extraños amantes.

A lo lejos, fuera de este mundo terrenal, se escucha una voz infernal, que repite sin cesar:
- ¡Mi señor creador!…, ¡Mi señor misericordioso!…, te traiciono tu ángel que es pura hipocondría.
- Quebró tu precepto que es ley.
- ¿Dime ahora?… ¿Qué harás con el?...

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La humilde anciana me devolvió la flor cristalina y con terrible desesperación, en medio de su llanto, musito:
- Pobre mi hija, encontrar el amor y convertirse en maldita…

Verdadero Amor






Caminas, recorres palabras y sientes que los sentimientos no son absolutos sino relativos, expresiones amorosas cunden en la inmensidad de los corazones, almas que todo lo ven repetitivo, austeros de un amor sincero.

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En la inmensidad de una playa vacía aletargada por la soledad de su propia pesia, viví una experiencia que jamás olvidaría:

A lo lejos de mí, una hermosa mujer recorre la orilla de la playa, cabizbaja y pensativa. Su pelo negro brillaba delicadamente; como noche con estrellas mórbidas, corroídas por una funesta tristeza.
Por un instante se detuvo, emitió un suspiro lánguido y con su trinada voz dijo:
- Perdónalo, dios mió… (Juntando sus níveas manos)
- Perdónalo, no fue su culpa, sino mía…
La mar que estaba tranquila empezó a inquietarse violentamente y los cielos llenos de dulces atardeceres se oscurecieron.
Sentí la frialdad del miedo recorrer todo mi cuerpo y de la nada surgieron unos temibles cuervos que graznaban incongruentes oraciones.
- ¡Vilde, vilde, corrompiste al ser mas triste y humilde!
Como saetas tenebrosas, llenos de lacerantes ponzoñas inmortales, se lanzaron con furia a la pobre mujer, un horripilante grito soltó la desdichada entre los aleteos sombríos de aquellos inmundos heraldos de cruel venganza.
Trate de correr a su lado, ayudarla, socorrerla de aquellos entes de ébano infernales, pero todo estaba consumado, por que al dispersarse las bestias mortales, de la pobre dama, no quedo nada.
La tranquilidad sosegó nuevamente el ambiente helado y enrarecido por aquel episodio sucedido, los cielos se despejaron tornándose rojos eternos, mas de sus entrañas, mire asombrado una figura angelical que violentamente descendía.

Relampagueante luz sombría,
del cielo enrojecido y bravío,
cae un ángel, lleno de melancolía.

Alas rotas despedazadas,
arrastradas por un viento furibundo,
cuerpo agonizante fragmentado:
-¿Por qué caíste ángel bello al vació?-

Y del firmamento una voz solemne dijo:
¡Los ángeles no deben ser mortales!
¡Los ángeles son espirituales!

Me acerque con tristeza a socorrer al ángel caído
y con suave rumor de sus labios me dijo:

¡Por amar a una mujer,
cometí un gran pecado!

¡Por amar a una mujer,
el gran dios me ha olvidado!

Cerró sus ojos ciegos, llenos de lágrimas,
acompañe su dolor con un sollozo de mi alma.

¡La tierra se partió en dos,
y del cielo un cruel rayo cayó!

Cenizas purpúreas del ángel quedo,
cenizas que en instantes el viento se llevo;
un estigma imborrable me marco,
al ver un ángel…morir de amor.

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Tiempo ya ha pasado, tiempo que recorre vidas, pero no olvida lo pasado, regrese sin pensarlo a ver el lugar estigmatizado.
Todo estaba tranquilo, sin nada que me recordara lo acontecido, mas una tristeza recorrió mi cuerpo, a ver a lo lejos (entre la suavidad de la arena y la frialdad de las olas del mar) aún bello ángel femenino (de alas oscuras, pelo negro, piel nívea más que la nieve misma y ojos bellamente dolientes y azules).
Iba esparciendo entre la mar y la arena, unas bellas flores de un color translucido, mientras de su mirada llenos de funestos recuerdos se vertían ríos de desconsuelos.
Miro la infinidad del firmamento y con angustioso ruego dijo:
- ¡Mamá!... ¡Papá!...
Extendió sus preciosas alas negras, elevándose hacia el bramido del céfiro y de los ojos henchidos de tremulante desdicha de la luna ambarina… perdiéndose entre la infinidad de los cielos y el mar… para luego… ¡No verla nunca más!

Fin.

Setiembre

viernes, 5 de septiembre de 2008
Éramos felices, la alegría nos invadía como el roció a la verde pradera. Cuanto tiempo estábamos así… queriéndonos en nuestras cortas vidas.
Me contabas lo bueno, lo malo, lo triste, y la felicidad que hacia brillar tu bello color de mirada.
Como nos gustaba bromear con los amigos, risas a escondidas, y diabluras hechas por los dos.
Siempre me decías como un suave susurro, que cuando caminaba contigo, siempre soñaría con cosas bellas.
Hacías uno solo: Tus dos brazos con el mió y tu cabeza descansaba en mí hombro de amante eterno, irradiándome con esos adorados cabellos, con lirios y cerezas.
Mirábamos los cielos cubiertos con sus ropajes de invierno, y la luna con su cuarta mirada parecía sonreírnos. Corrías como una pequeña niña, esperando a que yo te alcanzada y te levantara entre mis brazos, reías, reías y me tocabas mis cabellos, diciéndome cuanto me querías.
¿Te acuerdas de aquella noche, que mirando el cielo paso entre nuestras miradas una fugaz estrella?
- Pidamos un deseo – me dijiste.
- ¡Que nos amemos para toda la vida! – sonreí de tu locura y te decía entre risas que eso siempre ocurriría.
Coqueta, siempre tu, y enojado de celos yo. Pero, sabias aplacar las dudas que crecían en mí, con una bella canción, cantándomela al oído, rodeando mi cuello con tus brazos de niña buena.
Como amaba tu fina voz, entonándome siempre la misma canción.
…el muchacho de los ojos tristes/vive solo y necesita amor /como al aire necesita verme /como ha el solo/ lo necesito yo/…El muchacho de los ojos tristes /ha encontrado al fin una razón /para hacer que su mirada ría /con mis besos y mi gran amor…
¡Vencías todo en mí!, la impenetrable tristeza, la ira fortuita por tus risas ajenas, el enojo invencible por tu guiño cómplice a miradas externas.
¡Cómo te quería!
¡Cómo te quiero, aún hoy!
Como todo en esta vida, nuestro amor, tuvo que acabar de una manera… ingrata para mí… pero feliz para ti.
Tuve que saberlo a escondidas un 23 de naciente primavera, abrazabas su cuello con cariño y le decías las mismas palabras, que tu alma me habían concedido.
Tu risa alegraba aquel bello jardín, exaltando su corazón, pero haciendo llorar el mió.
Deseaba ir y golpear al maldito miserable e insultarte por haberme mentido todos estos años.
Pero no, no…no soy así…ni lo seré jamás.
Te veía alegre, feliz, dichosa, con aquella persona; mi amor era demasiado grande e infinito, como para ensuciarlo con el odio que empezaba a crecer en mi corazón.
Día 23 de bella primavera, los enamorados van contándose lo feliz que son; risas y encanto entre sus dulces miradas, sus manos profesan el gran amor que sienten los dos. Las mariposas acarician con sus bellas alas de colores, los pétalos de las lindas flores, y las graciosas mariquitas juegan entre claveles y rosas.
Día de sol, día de jardines verdes, de cantos furtivos de golondrinas y ruiseñores.
Momento sombrío para mi alma y agonizante para mi joven corazón.
Cuan grande seria mi tristeza, que se ensombreció el cielo claro y azul, volviéndose oscuro con cernidillos suaves y cristalinos.
Le cubriste sus cabellos con tus manos y acariciaste sus labios con los tuyos, mis lágrimas que estaban escondidas, empezaron a entremezclarse con la lluvia que anunciaba tu doliente olvido.
Sólo mire por ultima vez, aquella ingrata imagen viva de los dos y dije al viento como cómplice de mi sufrimiento.

- ¡Que seas feliz!... ¡Mi amor!

Octubre


Sosegado, cansado por pensar siempre en la ingrata traición. Me propuse olvidar todo aquellos malditos recuerdos.
Recuerdos que me atormentaban, instantes ominosos, lacerantes que hacían añicos mi corazón ya pulverizado por la desidia de una hipócrita mujer.
Pasaron las horas, los días, las semanas y entonces en un lugar impensado, encontré el amor de una bella y romántica mujer.
Ella, se entrego por completo a mí, no guardo para si absolutamente nada. Mi preciosa y cándida niña; cuanto daño te hacia con esos instantes que te pulverizaban el alma, palabras que soltaba al azar; recuerdos que atizaban tu dolor, pero maldita sea no podía evitarlo, no podía… por mas que lo quería.
Y el cansancio, la vana lucha que hacías todos los días por quitarme tan absurdos pensamientos de aquel mal amor… te venció.
Momento impensable para mi, el frió nocturno volvía a amarrarme fuertemente entre sus manos…por que tú…tú, bendita mujer… me dejaste… no queriendo hacerlo.
- Sabes que te quiero con todo mi ser…trate…trate mil veces de arrancarte esa tristeza que se acobija en tus ojos… una tristeza que mis besos de adoración no pueden hacerte olvidar.
Gemía y me hablaba como si muriese con cada palabra que pronunciaba sus lindos labios color carmesí.
- Cuantas veces en pleno delirio de mi amor, te apartas y te siento tan lejano a pesar que estas a mi lado.
- Gritas en la penumbra de las tinieblas, que tus manos están manchadas de sangre, de sangre convertida en ácido que deshacen mis recuerdos en ti.
La miraba sin decirle nada, perlas verdes brillaban con inusitado resplandor sobre su rostro de niña enamorada, infinitas lágrimas surcaban sus lindos ojos y yo impávido sin poder articular palabra alguna.
- Como quisiera ser yo, la responsable de tanto dolor, pero para mi desgracia no lo soy... sabes que te amo con veneración…¡bien que lo sabes!…pero no soporto más tu dolor… no lo soporto…¡por más que te quiera!
Su delicado cuerpo, suspiro de un dios de amor; temblaba por el temible frió de mi desamor y de improviso de la nada, llego a nuestro suplicio, una canción que adorábamos los dos.

….Me duele creer que olvidaste/a quien te dio tanto amor y ternura…profundo es el sueño del sol/ mientras lo cuida la luna/quien cuidara de tus sueños/ cuando estés navegando entre dudas…

Recordaba los pequeños momentos que fuimos felices, su sonrisa de mujer enamorada; la dulzura de su boca y mi entupido amor, la abrazaba, la acariciaba y le decía entre mentiras, lo mucho que la quería.
- No soporto que susurres que tus pensamientos serán desgarrados por la crueldad de una mujer.
- Se a lo que te refieres… lo se amor, y solo te aconsejo; que la olvides, no te consumas en aquel desengaño cruel.
- Apártate de todo…ve y medita todo…en la soledad de una playa, con las olas acariciando tu alma herida y cuéntale a la nívea diosa tu dolor, que ella podrá aplacar ese terrible clamor.
Trate de acercarme, abrazarla y desmentirle todo, pero ella violentamente me aparto.
- ¡No me toques!… ¡déjame!... para que quiero este humillante amor, solo quiero irme teniendo bonitos recuerdos de los dos.
Le suplique que no me dejara que todo cambiaría, sin embargo ella estaba decidida.
- ¡Por favor!… Por favor…tú no… tú no…¡Adriana!
No pude soportar más, y todo mi dolor se convirtió en lágrimas. Y de rodillas le empecé a rogar que no me dejara.
Se arrodillo, toco mis rizados cabellos con sus blancas y preciosas manos, acaricio mis mejillas y su aliento de despedida empezó a mezclarse con los míos, que eran de agonía.
- No amor, por mas que te quiera, no puedo quedarme, por que seria vivir en un engaño…un engaño que tarde o temprano, seria mortal para los dos.
- Yo solo se amarte, y aun después de esto siempre…¡siempre!…te amare, pero por favor; no me busques, ni me llames, por que tu amor me hace mucho daño.
Se levanto languidamente, su rostro angelical estaba helado por sus sollozos de despedida.
Se iba alejando muy lentamente de mí, el más bello amor que había tenido y trate por última vez de cambiar su decisión al entonar nuestra canción:

…Un amor, no muere/así como así/como muere la noche y el día/la noche y el día…Un amor como el mió/no podrás arrancarlo de ti/así como así/ y echarlo al vacío…

- Cállate, cállate, no ves que me haces mucho daño; no quiero verte, no quiero verte…Adiós…¡Adiós amor!
¡Y se fue, para nunca más volver!... se fue...se fue, sin saber que realmente la llegue amar mas que nada en la vida.