
Estaban mirando la luna, los dos, cuando de pronto la niña le dice a la sombra:
- Mira, un gigante, y en su hombro lleva aun niñito y junto a él hay un ser pequeño y grotesco que tiene entre sus manos una rosa blanca.
La sombra hace un ademán como de saludar a los tres seres que aparecieron y ellos entre sonrisas y gritos de satisfacción devuelven el saludo.
- Es un trió, tal vez extraño para ti, pero no es así, mira con el corazón lo que representa cada uno de ellos y te darás cuenta.
La niña volvió a mirar y vio que el gigante realmente era el corazón de los adultos que aun mantienen la ilusión de ser niños dentro de si, y el niñito, es la inocencia que aunque alejada por los años, esta ahí junto a ellos.
- Pero, ese ser tan grotesco… ¿Que es?- pregunto la niña.
- Él es lo mas tierno que hay en mi mundo, representa a todo ser que se siente despreciado sea por su color o algún impedimento físico que los hace ver tan distinto ante los demás. Creyó ser querido por la vanidad, por lo superfluo que se encuentra en seres ególatras, carentes de reales sentimientos.
La niña miro a la sombra y pudo ver que de sus ojos caían lágrimas, muy relucientes y diáfanas.
- A ese pequeño niño lo encontré dormido en un inmenso palacio, tenía agonizante su corazón, pero gracias al trino de mis pequeñas armonías, volvió a vivir.
- ¿Qué son las armonías?-pregunto la niña.
- Míralas, ahí están- señalando en el lugar donde se encontraban los tres seres.
- Son muy bellas y muy pequeñitas, tienen un color muy vivaz y definido, como son los girasoles – dijo la niña.
- Si tuviera con quien compartir mi reino, si lo tuviera que feliz me haría- dijo la sombra.
La niña volteo y miro a la sombra y esta le dijo:
- ¡Quédate conmigo se mi reina, que este reino tenga a una madre a quien adorar!
La niña se aparta aun lado y le dice:
- No, esto es una fantasía, esto no es verdad, a mí me gustan realidades, tocar lo que existe, no amar a quien realmente no es nada, déjame ir a mi lugar que a pesar de todo soy feliz así.
El viento ruega junto a su señor:
- Quédate con nosotros bella niña, no nos dejes, que nosotros sin ti hemos de morir”
La niña vuelve a decir:
- ¡No!, esto no es verdad, déjenme ir.
Y las hadas que habían estado calladas replican sin cesar:
- Que se vaya / que no vuelva jamás / que nuestro señor es nuestro / y de nadie mas.
La niña vuelve a suplicar:
- No, no, no te conozco, no se quien eres, vete, vete déjame en paz.
Y el corazón de la niña angustiada y temerosa, repite sin cesar:
- Yo solo amo realidades y no ilusas fantasías.
- Por ti, mi bella niña he de tomar forma entonces y decirte mi nombre si así lo quieres.
Y he aquí que mágicamente la translucida sombra va tomando forma y lo primero que aparece son sus cabellos, tan crespos y pardos, tan brillantes y tan tiernos; ojos suplicantes que van tomando un color aun no definido y de sus labios como pétalos sumisos repiten esta canción sin cesar:
- No me dejes amore mio / no me dejes mi buen querer / que la vida no es vida sin ti / Y no tengo motivo por que respirar /y solo me quedaría por ti llorar.
- No, no aun así, no quiero estar aquí, vete…¡vete!
Y el corazón de la niña mortificada y desconsolada, vuelve a repetir sin cesar:
- Yo solo amo realidades y no ilusas fantasías.
La sombra que empezaba a formarse, entristecida con una lágrima que surca despacio sus mejillas, le dice:
- Mi nombre es…
- Eliane, Eliane, despierta, ya vámonos… ¿Que haces ahí dormida?
La niña despierta poco a poco repitiendo lo que su corazón decía:
- Yo solo amo realidades y no ilusas fantasías.
- Ja, ja, ja…, te habías quedado dormida y… ¿Por qué dices eso?
Ya despierta por completo la niña, le responde a su amiga.
- Estaba soñando con algo tonto e irreal, ya no importa…, vámonos.
El ruiseñor que había estado parado aun lado de la ventana levanta vuelo y surca rápidamente los cielos, sin apartarse aun del hogar de la niña.
Ella, ve al ruiseñor revoloteando por los aires y vuelve a repetir fuertemente lo que su corazón decía:
- Yo solo amo realidades y no ilusas fantasías
El ruiseñor, escucha las infaustas palabras y queda suspendido en el aire, un afligido grito sale de sus suspiros y se vuelve polvo, polvo que cae como sublime roció al jardín de la niña.
La niña se asoma a su ventana y siente una gran tristeza dentro de su corazón, cierra sus abenuces ojos, logrando ver lo que sucede en el reino de la sombra. Todo estaba empezando a marchitarse, los bellos lagos se consumían y las tres delicadas nereidas solo lloraban, pero sus lágrimas se desvanecían tan solo tocar sus rostros.
Las hermosas flores translucidas empezaron a tomar forma y color, y ante sorpresa de la niña, se dio cuenta que realmente eran niños de todos los colores. Los pobres niños solo lloraban y las dulces hadas trataban de consolarlos pero no podían, por que ellas igualmente sollozaban.
Las lunas que brillaban en el horizonte de apoco iban desapareciendo y los tres humildes seres se abrazaban entre si, tratando de calmar su dolor.
La niña sintió una gran culpa, junto sus manos, se arrodillo y musito:
- Perdóname, perdóname no era esa mi intención, no lo era.
Su amiga que estaba absorta a lo que sucedía, se le acerco y le dijo:
- ¿Por qué lloras?... ¿Por qué?
De un momento a otro, en medio del cielo sombrío que era ya anochecer, apareció una luz de un color excelsamente ámbar.
La amiga se maravilla ante tal hecho inusitado y le dice:
- ¡Mira, que extraña luna!
La niña levanta su mirada y se asombra ante tal acontecimiento.
El desquiciante silencio se ve roto de pronto por la preciosa melodía que había oído la niña en el reino del príncipe.
La amiga empieza a decir:
- ¡Es el lullaby!... ¡Es el lullaby!
Había aparecido junto a las cenizas del pequeño ruiseñor, la hermosa emperatriz de las hadas, tocando la ocarina dorada.
Y de la propia luna, surgió un bello ángel femenino de hermoso ojos azules y de unos cabellos extensos y suspirantes como la misma noche, entre sus manos tenia una flor cristalina, toco con sus labios la inigualable flor y empezó a esparcir los pétalos sobre las pequeñas moléculas purpureas del ruiseñor.
Todo brillaba, volviéndose a juntar las partes del ruiseñor, creándose nuevamente la pequeña ave de amor. Más, al estar por completo vuelto a la vida, extendió sus alas y de su corazón empezó a brotar algo infinitamente luminiscente.
El ruiseñor, empezó a tomar la forma de la sombra y la sombra empezó a tomar su verdadero color, pero aun más, en su espalda aparecieron alas como de cristal y en cada una de ellas, había el emblema de un Pegaso a punto de volar.
La niña, miro lo hermoso que era el príncipe y suspiro, trato de llamarlo por su nombre, sin embargo, realmente no llego a saber cual era.
El príncipe miro a la mujer alada y le dijo:
- Volviste a mi, mi buen querer, volviste a mí… ¡Antonella!
Se le acerco al príncipe, beso sus manos y arrodillándose le dijo:
- Si, mi príncipe, si mi amore… ¡Ioh!
El príncipe abrazo y beso a su amada, los bellos cabellos brunos del ángel cambiaron de color y se volvieron carmesí, agarro su mano y dirigiéndose a la Emperatriz de las hadas, le dijo:
- Mi preciosa imperatrice, hoy dejo para siempre mi reino y te lo doy a ti, por que se qué en tus manos seguirá siendo lo que siempre fue, el lugar de ensueños para los niños sin distinción de ninguna clase; pero no estarás sola, no.
El príncipe toco el corazón de su amada, y toco el suyo, y de él, empezó a brotar una luz muy sublime, tomando la forma de un bello varón.
- He aquí tu consorte, mi imperatrice… ¡Frigg!
La bella emperatriz se sonrojo y acepto. La niña que había estado en silencio, empezó a llorar y el príncipe la mira y le dice:
- Mi bella niña, no llores, que junto a ti, alguien pronto llegara.
Los dos amantes levantaron vuelo y se dirigieron a la tierna inmensidad de la luna ambarina, la emperatriz con su futuro consorte igualmente desaparecieron y la niña en medio de una sonrisa melancólica, expiro.
Expiro, para convertirse en la ninfa de inigualable lindeza que jugueteada en el vergel del que fue el reino del príncipe, junto a su verdadero amor, la ilusión.