La niña, la sombra y el ruiseñor.

lunes, 13 de octubre de 2008

Hubo un silencio que cubrió por un instante aquel reino de ilusión, pero las risas de las pequeñas hadas volvieron a darle vida al paraíso de adoración.
Un delicado viento acariciaba todo el hermoso valle, parecía el soplo divino de un dios que cedió un poco de su vida a oscuras criaturas de sentimientos hechos al azar y he aquí que el viento decía:

“Si los ángeles fueran tan bellos como la niña / no hubiese cielo / no hubiese pena / no hubiese tristeza / solo una sonrisa tan linda / que ni oro / ni diamantes pudieran comprar”.

Se podía ver además, seres en forma redondita con unos bellos ojos azules, y una nariz torneadita y sonrojadita, brincaban de un lugar a otro y decían entre salto y salto:

“El amor es bello y hermoso / agridulce y delicioso / quien lo tenga en sus labios/ encontró felicidad / por toda la eternidad”

La niña miraba todo el reino con sus ojos llenos de admiración, y a lo lejos diviso una hermosa flor. Se iluminaba todo lo que rodeaba como si hubiera millares de rubíes, la niña le pregunto a la sombra:

- Dime, ¿Qué es esa preciosa flor que se ve, a lo lejos?

La sombra con un suspiro le contesto:

- Mi niña, no conoces a la beldad, si en tu tierra hay por miles.

La niña, con una sonrisa le respondió:

- Si, se que es una rosa roja, pero en mi tierra no brillan de esa manera.

- Es que esa preciosidad es única en toda tu tierra y en todo mi reino -la sombra hablaba muy despacio y tenuemente-

- ¿Por qué me contestas tan bajito?... casi no te oigo.

La sombra emitió otro suspiro y le contesto:

- Es que mis flores se enojarían, se pondrían celosas, y se marchitarían de inmenso dolor, si oyeran que aprecio a otra flor.

La niña miro a su alrededor y en efecto las bellas flores, se habían inclinado como queriendo oír lo que ellos hablaban.

La niña sonrió y contesto:

- Te entiendo…

La sombra seguía hablando y contándole sobre la hermosa flor:

- Mira mi niña, si te puedes dar cuenta, esa rosa tan hermosa, esta rodeada por un cristalino manantial, en aquel manantial viven tres bellas nereidas. Ellas se encargan de cuidar a la rosa y de mantener mis ríos y hermosos lagos en buenas condiciones, con sus delicadas manos crean a los pececitos que alimentan a mis flores.
- Pero las nereidas… ¿No son de mar? -pregunto la niña-
- Si, mi niña, pero ellas al igual que todo lo que vez son únicas en mi tierra -la niña sonrió suspicazmente y siguió escuchando a la sombra-
- En las noches que acaecen en mi reino, sale aquella linda luna y las tres nereidas empiezan a entonar bellas canciones, que son acompañadas por una dulce melodía que exhala la ocarina dorada… ¿la puedes oír?...
La niña se encuentra extasiada por los cantos y la melodía que escucha con sublime regocijo.
- Si, la escucho. Es una música muy triste... ¿Quién toca, la excelsa melodía?
- La toca, la emperatriz de las hadas -responde la sombra-. Ella es la mas hermosa y sabia de todas. Se viste exquisitamente y siempre como emblema en sus túnicas lleva una gardenia azul.
Seguía pensativa la niña, y su corazón por primera en su vida, apreciaba con alegría lo que antes le padecía fútil y sin sentido.

- Pero, como brilla esa esplendente Luna… ¿Alguien vive ahí?
- Si vive mi amigo – le contesto la sombra – es un niño de trajecito azul, le gusta preguntar todo y se enfada sino le contestas, El tiene también en su reino un precioso jardín, pero adora e idolatra solo a una flor; por que según dice es la única en todo el universo
Siempre le gusta jugar con un zorrito, que me pidió de favor que se lo llevara. Tiene, además una cajita que según me contó solo la utilizara para un momento extremo. A veces llega a su reino, un joven aviador con su avioneta, pero al pobre siempre se le malogra su vehículo volador y los dos tratan de componerla.

La sombra emite una sutil carcajada, y la niña, también ríe al imaginar tan graciosa situación...