El Primer Amor... (Primera Parte)

martes, 25 de noviembre de 2008

Érase un día de Febrero, bella mañana de luz radiante y de trinos agudizantes más no desesperantes. Una bella niña sin estrellas en la linda cabellera, estira sus brazos y bostezando le canta a la vida.

- ¡Que linda mañana!-dijo la niña al abrir sus espirituales ventanas-

El cielo azul, limpio y claro se impregna en sus bellas pupilas. Un tenue aire acaricia sus claras mejillas.
Al fijar su mirada en el azulado vació, ve con gracia y asombro el mariposeo de pequeñas aves que le cantan al amor y a la vida.

- Como vuelan los pajaritos en las claras mañanas, ven a mi lado mi querido amiguito de coloridas alas.

Al llamado de la cristalina niña, se acerca un pequeño y risueño jilguerito.

- Cántame algo, querido amiguito, que yo te contare una bella historia de amor.

El pequeño jilguero, presto al deseo de la blanca niña, le canta una canción de amor:

Los cielos son limpios / la sonrisa de dos agraciados enamorados / se estampan en las claras mañanas / claros son los rayos del sol / pero mas resplandeciente / es el amor de los dos...Vuela entre los enamorados / el Eros lleno de amor / blanca son sus dos alas / pero mas blanco es el amor de los dos/ blanca son sus dos alas / pero mas blanco es el amor de los dos…

- ¡Que hermoso trino, tienes mi pequeño amiguito!. Pero, como ya te lo dije si tú me cantabas, yo te contaría una linda historia de amor.

“Había una vez una linda niña, que por cierto se parecía a mi, estaba enamorada de un gracioso y lindo chiquillo de risa alegre y soñadora. Si quieres que le pongamos nombres a ella le diremos “Isidora” y a el “Nicolas”

El jilguero mueve su pequeño cuello, preguntándose el por que de la historia de amor y la dulce niña ríe al ver el gracioso movimiento del ave.

- Bueno, sigamos… el estaba enamorado de ella, pero no se atrevía a decir lo que sentía, ya que era un poquito tímido, pero “Isi” presintiendo el inmenso amor de “Nico”, se acerca y le dice al oído:
- “Yo te quiero desde el primer día que te vi”. Nico, la abraza dulcemente entre sus brazos, y mirándola a los ojos le dice:
- “Yo también te amo”.
Los dos se envuelven tiernamente en un lazo de puro amor y sellan su idolatrado querer con un lindo beso en los labios.
Y así llegan hacer felices para toda la vida…

Fin.



El jilguero que es cantor innato de bellas canciones, mira a la graciosa niña y le canta otra canción de amor:

Primavera de cantos alegres /ves que en tu regazo / se encuentran dos bellos corazones enamorados / si no hubieran enamorados / que seria de tu vida / preciosa primavera...Canciones de un bello día / son los besos de los enamorados / Canciones de vida / son dos corazones enamorados…

La niña aplaude de alegría, la hermosa voz del pequeño jilguero, y entre alegres ruegos le dice:
- Que bonita melodía entonas, mi pequeño amiguito, es por eso que te digo, - ¡Te quiero, Te quiero, Te quiero!
Levanta sorpresivamente el vuelo, el trovador de amor, y se entrega a la libertad del espacio azul.
- Mañana vienes, porfis… ¿Si?
En los pensamientos de la niña enamorada, están recorriendo presurosamente la intención de cumplir su historia soñada.
- ¡Uy!, que se hace tarde para ir a la casa de Nico. Ojala este para decirle que lo amo.
En tan solo unos instantes la dulce niña se cambia de bello traje y se dirige a la casa del dueño de su corazoncito enamorado.
Más por el camino encuentra al joven de sus dulces sueños encantados.
- ¡Ahí esta, ahí esta mi amado, Nico!
Se apresura para alcanzar a su príncipe soñado, pero al acercarse mas a él, se da cuenta que esta bien acompañado.
Una niña de mirada soñadora acaricia su cara. El la mira dulcemente y besa sus jóvenes labios.

¡Mirada triste!
¡Mirada agobiante!
¡Mirada desfalleciente!
¡Mirada llenándose de dolorosas lágrimas!

Corre desesperantemente la triste niña, y con palabras cortándole el alma… murmura:

- No, no, no puede ser,…
- ¿Por qué?... ¡Por que,…!
- Si no hay nadie en el mundo, que lo quiera más que yo.

Regresa con la pena y el dolor dibujado en su angelical alma, se acuesta en las blancas nubes, lugar de hermosos sueños y no de humillantes decepciones, y como si fuera el vientre materno; se acurruca dentro de ella, y de sus ojitos, retazitos de cielo, caen agonizantes lágrimas; que van formando un pequeño lago, en sus jóvenes recuerdos...

El Primer Amor... (Segunda Parte)

¿Te acuerdas de aquella vez que nos miramos?..., tú tenías quince años y yo dieciséis.

Era un día de primavera, un día en que las golondrinas revoloteaban por aquel parquecito de variopintas flores, y los enamorados con sus risas de colores hacían brillar sus pasiones.
Tenías una blusa blanca que estaba rodeada suavemente por el cuello con una graciosa corbata, enrojecida por el brillo de tu boca.
Tu falda escocesa de variados matices, la chaqueta de color rubí como tus labios. Labios tan rojos como el corazón de un bello ruiseñor, y el hermosísimo color azul de aquella mirada, que no tiene descripción.
Paseabas con tus amigas… se reían… ¿de no se que?... tú, ni siquiera me miraste, sin embargo, mis ojos no se apartaban de ti.
Si describirte me pidieras, palabras no tendría.
Si tu pelo, tu nariz, tus ojos, tus labios, todo tu sublime cuerpo, tuviese algo con que compararlo en este mundo, ten seguridad que lo haría; pero no hay, ni habrá jamás, algo o alguien que se pueda comparar a ti.

¿Te acuerdas de aquella vez que nos miramos? …, tú tenías quince años y yo dieciséis…

- Perdona… ¿Quieres algo?
Y yo sonriendo te contesté:
- ¡Si, a ti!

Te reíste de mí, haciendo un gracioso mohín, sin importarte si tus palabras me pudieran herir, me respondiste:

- ¡Lo siento!…, pero a quien yo quiero, es a él.

El reloj recorrió violentamente sus horas y ahora estas casada, tienes un solo hijo, que es muy bonito. Porque es tuyo, mi amada niña Isidora.

Te salude al volverte a ver y una bella sonrisa me regalaste.

Me preguntaste:

- ¿Si estaba casado?..., ¿Si tenia hijos?...., ¿Qué había sido de mi vida?

Y te contestaba a toda pregunta que me hacías, con otras.

Y entre risas otra vez me interrogaste:

- ¿Quieres a alguien?...

Y te contesté:

- ¡Si, a ti!

El tiempo, dios cruel nos volvió a rodear, no supimos el uno del otro, más la casualidad nos volvió a juntar.
No eras la misma, tus bellos ojos se veían sombríos y sin vida.

- ¿Qué es lo que te paso mi niña, Isidora?

Entre sollozos me revelaste que tu gran amor se había marchado con una más joven y bella que tú.

- ¡Eso es imposible!… porque… como tú… ¡No hay dos!
- ¿Y tu hijo?- Te pregunté.
- Se fue al lado del padre, y de mí nunca más, se ha acordado.

Las lágrimas brotaron de esos lindos ojos que he amado.
Y con mis brazos atraje tu dolor en mi pecho, podía sentir dentro de mí, tus palabras repitiéndose una y otra vez:

- ¿Por qué?... ¿Por qué?... ¡Dios mío!... ¡Por qué!

Ya no llores mi linda Isidora, únete a mí, te haré olvidar todo lo malo. Te daré todo lo que tengo, pero sobre todo; este gran amor acumulado, por todos los años que no has estado a mi lado.
Con mis palabras hice que volvieras a reír, te demostré que mi amor era el más grande y hermoso de todos, y de aquellos momentos inolvidables, nació el más sublime fruto de nuestro gran amor, nuestra bimba... Arianna.
Sin embargo, el destino aciago, volvió a romper esta unión. Una enfermedad entre junio y julio; mal detectado, te apartó de mi lado...
Viéndote, como se consumía la belleza de tu ser con el pasar de los días y como mis lamentos tenia que esconderlo para demostrarte que aunque destrozado por dentro, seguía estando feliz, por que estabas junto a mi.
Mi amor crecía hasta la infinidad, y aún con tu bella mirada convaleciente, esbozabas una extraña sonrisa de felicidad, sentías en tu corazón que mi amor era el más hermoso y sincero de todos.
Pero en aquel día fatal, en medio de la agonía de tu vida, en medio de la promesa que te tuve que hacer:

- Verdad, que no harás una tontería… Verdad que seguirás en esta vida y que después de mi, buscaras otra mujer a quien querer… Verdad amor… ¿Verdad?

- Si mi Isidora, seguiré en esta vida sin ti, pero sin ningún amor, sin ningún amor, porque el se ira contigo, sólo contigo y con nadie más.

Entre los gemidos llenos de inusitada melancolía, en aquel lecho postrada y con una tristísima sonrisa surcando tus labios, me dejaste el último aliento en mis labios.

Han pasado ya los años, tantos de ellos y aún sigo aquí, junto a tu lado, con el ángel de mármol acompañando tu eterno descanso, y aunque se que esta vez nunca más te volveré a ver, te estaré esperando, como si fuera la primera vez.

Mi hadita de luz...


Mi niña esta triste y desconsolada, llora en el día, y gime en la madrugada.
- ¿Por qué se fue mi mamita?... ¿Por qué se fue y me dejo solita?
Sus manos pequeñitas, su piel de trasluz, tiemblan de miedo, tiemblan de pavor.
- Mi niña, mi pequeño latido de corazón, tu madre esta ahora en el paraíso de dios.
Me mira con sus ojitos llenos de ansias, completos de desilusión, suspiros de dolor que hace trizas mi razón.
- Papito, cómprame unas alas y que sean de hadas, para darle un saludo a mi mamita que esta en los cielos dulces de tul.Estira sus bracitos, rodea mi cuello con amor, me da un beso en mi mejilla con un sollocito de dolor.
- Si te las compro ya no lloraras… ¿Verdad corazón?
Sonríe con su carita cubierta con perlitas cristalinas de tremor.
- Te lo prometo, papito. Te lo prometo por nuestro dios.
…Mi niña ya no llora, mi pequeño albor, solo suspira; por que ahora se pone sus tiernas alas de hadas, contempla los cielos, junta sus manitos y emite una pequeña oración. Acaricio su cabecita, rodeada de rayitos de sol, le doy un beso en su carita y le digo:
- Tú eres el único tesoro, nacido de un gran amor, que estará por siempre en mi corazón.
Cierto día sin golondrinas, cierto día sin brillante sol, a mi pequeña niña sus alas de hadas se hicieron de luz.
Se cubrió la tierra de lágrimas, se cubrió el firmamento de inusitado dolor, que acompañaba con suplicio mi muerto corazón.
Ahora mi lucerito se encuentra jugando con su madre en los reinos del señor, corretea en hermosos prados, sobre un cielo limpio y claro, sobre un cielo lleno de amor, la rodean ángeles de distinto color, que le cantan bellas melodías y ella repite con su suave voz.
Por eso ruego a la vida para estar junto a ellas, abrazarlas con cariño y hacer que las noches sin luna, se iluminen los cielos con nuestro infinito amor.