Érase un día de Febrero, bella mañana de luz radiante y de trinos agudizantes más no desesperantes. Una bella niña sin estrellas en la linda cabellera, estira sus brazos y bostezando le canta a la vida.
- ¡Que linda mañana!-dijo la niña al abrir sus espirituales ventanas-
El cielo azul, limpio y claro se impregna en sus bellas pupilas. Un tenue aire acaricia sus claras mejillas.
Al fijar su mirada en el azulado vació, ve con gracia y asombro el mariposeo de pequeñas aves que le cantan al amor y a la vida.
- Como vuelan los pajaritos en las claras mañanas, ven a mi lado mi querido amiguito de coloridas alas.
Al llamado de la cristalina niña, se acerca un pequeño y risueño jilguerito.
- Cántame algo, querido amiguito, que yo te contare una bella historia de amor.
El pequeño jilguero, presto al deseo de la blanca niña, le canta una canción de amor:
Los cielos son limpios / la sonrisa de dos agraciados enamorados / se estampan en las claras mañanas / claros son los rayos del sol / pero mas resplandeciente / es el amor de los dos...Vuela entre los enamorados / el Eros lleno de amor / blanca son sus dos alas / pero mas blanco es el amor de los dos/ blanca son sus dos alas / pero mas blanco es el amor de los dos…
- ¡Que hermoso trino, tienes mi pequeño amiguito!. Pero, como ya te lo dije si tú me cantabas, yo te contaría una linda historia de amor.
“Había una vez una linda niña, que por cierto se parecía a mi, estaba enamorada de un gracioso y lindo chiquillo de risa alegre y soñadora. Si quieres que le pongamos nombres a ella le diremos “Isidora” y a el “Nicolas”
El jilguero mueve su pequeño cuello, preguntándose el por que de la historia de amor y la dulce niña ríe al ver el gracioso movimiento del ave.
- Bueno, sigamos… el estaba enamorado de ella, pero no se atrevía a decir lo que sentía, ya que era un poquito tímido, pero “Isi” presintiendo el inmenso amor de “Nico”, se acerca y le dice al oído:
- “Yo te quiero desde el primer día que te vi”. Nico, la abraza dulcemente entre sus brazos, y mirándola a los ojos le dice:
- “Yo también te amo”.
Los dos se envuelven tiernamente en un lazo de puro amor y sellan su idolatrado querer con un lindo beso en los labios.
Y así llegan hacer felices para toda la vida…
Fin.
El jilguero que es cantor innato de bellas canciones, mira a la graciosa niña y le canta otra canción de amor:
Primavera de cantos alegres /ves que en tu regazo / se encuentran dos bellos corazones enamorados / si no hubieran enamorados / que seria de tu vida / preciosa primavera...Canciones de un bello día / son los besos de los enamorados / Canciones de vida / son dos corazones enamorados…
La niña aplaude de alegría, la hermosa voz del pequeño jilguero, y entre alegres ruegos le dice:
- Que bonita melodía entonas, mi pequeño amiguito, es por eso que te digo, - ¡Te quiero, Te quiero, Te quiero!
Levanta sorpresivamente el vuelo, el trovador de amor, y se entrega a la libertad del espacio azul.
- Mañana vienes, porfis… ¿Si?
En los pensamientos de la niña enamorada, están recorriendo presurosamente la intención de cumplir su historia soñada.
- ¡Uy!, que se hace tarde para ir a la casa de Nico. Ojala este para decirle que lo amo.
En tan solo unos instantes la dulce niña se cambia de bello traje y se dirige a la casa del dueño de su corazoncito enamorado.
Más por el camino encuentra al joven de sus dulces sueños encantados.
- ¡Ahí esta, ahí esta mi amado, Nico!
Se apresura para alcanzar a su príncipe soñado, pero al acercarse mas a él, se da cuenta que esta bien acompañado.
Una niña de mirada soñadora acaricia su cara. El la mira dulcemente y besa sus jóvenes labios.
¡Mirada triste!
¡Mirada agobiante!
¡Mirada desfalleciente!
¡Mirada llenándose de dolorosas lágrimas!
Corre desesperantemente la triste niña, y con palabras cortándole el alma… murmura:
- No, no, no puede ser,…
- ¿Por qué?... ¡Por que,…!
- Si no hay nadie en el mundo, que lo quiera más que yo.
Regresa con la pena y el dolor dibujado en su angelical alma, se acuesta en las blancas nubes, lugar de hermosos sueños y no de humillantes decepciones, y como si fuera el vientre materno; se acurruca dentro de ella, y de sus ojitos, retazitos de cielo, caen agonizantes lágrimas; que van formando un pequeño lago, en sus jóvenes recuerdos...