¿Te acuerdas de aquella vez que nos miramos?..., tú tenías quince años y yo dieciséis.
Era un día de primavera, un día en que las golondrinas revoloteaban por aquel parquecito de variopintas flores, y los enamorados con sus risas de colores hacían brillar sus pasiones.
Tenías una blusa blanca que estaba rodeada suavemente por el cuello con una graciosa corbata, enrojecida por el brillo de tu boca.
Tu falda escocesa de variados matices, la chaqueta de color rubí como tus labios. Labios tan rojos como el corazón de un bello ruiseñor, y el hermosísimo color azul de aquella mirada, que no tiene descripción.
Paseabas con tus amigas… se reían… ¿de no se que?... tú, ni siquiera me miraste, sin embargo, mis ojos no se apartaban de ti.
Si describirte me pidieras, palabras no tendría.
Si tu pelo, tu nariz, tus ojos, tus labios, todo tu sublime cuerpo, tuviese algo con que compararlo en este mundo, ten seguridad que lo haría; pero no hay, ni habrá jamás, algo o alguien que se pueda comparar a ti.
¿Te acuerdas de aquella vez que nos miramos? …, tú tenías quince años y yo dieciséis…
- Perdona… ¿Quieres algo?
Y yo sonriendo te contesté:
- ¡Si, a ti!
Te reíste de mí, haciendo un gracioso mohín, sin importarte si tus palabras me pudieran herir, me respondiste:
- ¡Lo siento!…, pero a quien yo quiero, es a él.
El reloj recorrió violentamente sus horas y ahora estas casada, tienes un solo hijo, que es muy bonito. Porque es tuyo, mi amada niña Isidora.
Te salude al volverte a ver y una bella sonrisa me regalaste.
Me preguntaste:
- ¿Si estaba casado?..., ¿Si tenia hijos?...., ¿Qué había sido de mi vida?
Y te contestaba a toda pregunta que me hacías, con otras.
Y entre risas otra vez me interrogaste:
- ¿Quieres a alguien?...
Y te contesté:
- ¡Si, a ti!
El tiempo, dios cruel nos volvió a rodear, no supimos el uno del otro, más la casualidad nos volvió a juntar.
No eras la misma, tus bellos ojos se veían sombríos y sin vida.
- ¿Qué es lo que te paso mi niña, Isidora?
Entre sollozos me revelaste que tu gran amor se había marchado con una más joven y bella que tú.
- ¡Eso es imposible!… porque… como tú… ¡No hay dos!
- ¿Y tu hijo?- Te pregunté.
- Se fue al lado del padre, y de mí nunca más, se ha acordado.
Las lágrimas brotaron de esos lindos ojos que he amado.
Y con mis brazos atraje tu dolor en mi pecho, podía sentir dentro de mí, tus palabras repitiéndose una y otra vez:
- ¿Por qué?... ¿Por qué?... ¡Dios mío!... ¡Por qué!
Ya no llores mi linda Isidora, únete a mí, te haré olvidar todo lo malo. Te daré todo lo que tengo, pero sobre todo; este gran amor acumulado, por todos los años que no has estado a mi lado.
Con mis palabras hice que volvieras a reír, te demostré que mi amor era el más grande y hermoso de todos, y de aquellos momentos inolvidables, nació el más sublime fruto de nuestro gran amor, nuestra bimba... Arianna.
Sin embargo, el destino aciago, volvió a romper esta unión. Una enfermedad entre junio y julio; mal detectado, te apartó de mi lado...
Viéndote, como se consumía la belleza de tu ser con el pasar de los días y como mis lamentos tenia que esconderlo para demostrarte que aunque destrozado por dentro, seguía estando feliz, por que estabas junto a mi.
Mi amor crecía hasta la infinidad, y aún con tu bella mirada convaleciente, esbozabas una extraña sonrisa de felicidad, sentías en tu corazón que mi amor era el más hermoso y sincero de todos.
Pero en aquel día fatal, en medio de la agonía de tu vida, en medio de la promesa que te tuve que hacer:
- Verdad, que no harás una tontería… Verdad que seguirás en esta vida y que después de mi, buscaras otra mujer a quien querer… Verdad amor… ¿Verdad?
- Si mi Isidora, seguiré en esta vida sin ti, pero sin ningún amor, sin ningún amor, porque el se ira contigo, sólo contigo y con nadie más.
Entre los gemidos llenos de inusitada melancolía, en aquel lecho postrada y con una tristísima sonrisa surcando tus labios, me dejaste el último aliento en mis labios.
Han pasado ya los años, tantos de ellos y aún sigo aquí, junto a tu lado, con el ángel de mármol acompañando tu eterno descanso, y aunque se que esta vez nunca más te volveré a ver, te estaré esperando, como si fuera la primera vez.