Mi amor de coralí

miércoles, 29 de septiembre de 2010


Piel de nacar, ojos de cielo oscuro, pestañas de rubí, cejas color carmesí, y sus cabellos risueños de alhelí. Muy alegre y muy tierna, si ve un animalito perdido le hace cariño y se lo lleva para la casa, lo cuida, lo engorda, lo lleva al veterinario para que le ponga sus vacunas y luego para suerte mía, les encuentra dueños, porque hay de mí, hay de mi, sino fuese así, tendría un zoológico, y todo, porque siempre le digo, sí. Le gusta jugar a la casita, hace sus deberes, el te y la comidita, se pone su mantel y deja todo limpio, cuando llego me cuenta todo lo que hizo y todo lo que desea tener. Una hija y una casita blanca en las montañas de Italia, le gusta bailar (Acondicioné un lugar para ella, su piso parquet y espejos donde pueda ver su belleza repetidas más de una vez), leer mis ingenios y quedarse dormidita en mis brazos y al despertar en las mañanas, le digo despierto o entre sueños: Mi amor de coralí.

Tan solo tú...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Me sentía libre, sin ataduras, independiente de todo lo que me rodeaba, invulnerable ante las miradas, ante las risas, ante las tristezas, ya había curado las heridas hechas de almíbar, había vuelto mi forma alegre de ver la vida, de ironizar la propia inmadurez de mis semejantes y sobretodo la mía.

Me hallaba brillante y resplandeciente en éste cielo raso, mi luz de oro, mis dos núcleos zarcos, mi rostro de alabastro enigmático para la gran mayoría, pero no para ti.

Y no sé por qué, o en que momento ocurrió que sentí la necesidad de tu presencia, de tu alegría muy desbordante, muy burbujeante. Añoraba en cada minuto tener tu mirada sobre la mía, esos ojos apeninos que hacia anhelarte aún más cuando corría el tiempo sobre mí.

Traté de dormir en los días y esconderme en las noches, entre los gemelos imperiales, entre el rey de la naturaleza viva pero, no sé cómo tú siempre me encontrabas.

Los días y las noches ya no valían sin ti, y de tanto, de tanto desear lo casi imposible caí fulgurante en la candidez de tus manos y me sentí muy débil, muy frágil, muy pequeño ante tu piel de nieve y tus borde de carmín, traté de oponer resistencia, lo traté, lo juro, sin embargo, ya mi corazón tenia tus huellas dentro de él.

Y en una tarde, en un parquecito de colores con las aves que recitaban rimas, con las mariposas azules galanteando a los señoriales claveles, con los suspiros tímidos del céfiro tentando tus finos cabellos carmesí y entre la luna junto al sol mirándonos como espías, te dije viéndote a tus astros marinos las palabras que prometí nunca más repetir: Te amo, te amo, te amo tan solo a ti.

Leyenda...

lunes, 6 de septiembre de 2010


Una gran lucha devastadora por la supremacía de los espacios infinitos, oscuros, sin brillo; cortan las espadas la esencia de los enemigos, moléculas, partículas purpúreas que dan puntitos de brillo al ébano marco que los cubre. Se oyen los gritos, las oraciones, las trompetas y los temores, y un dios omnipotente que llora por no preveer, lo que sucedería al otorgar belleza y poder semejantes a los de él, a solo un ser.

Un mundo que nace entre nada augúrales albores recogiendo en sus tierras áridas las lágrimas de la divinidad sollozante por sus hijos que se matan entre sí.

Germina una nueva especie que mira estupefacta en los atardeceres, la sangre de los caídos, que quisieron alcanzar la gloria que les fue ajena.