
Una gran lucha devastadora por la supremacía de los espacios infinitos, oscuros, sin brillo; cortan las espadas la esencia de los enemigos, moléculas, partículas purpúreas que dan puntitos de brillo al ébano marco que los cubre. Se oyen los gritos, las oraciones, las trompetas y los temores, y un dios omnipotente que llora por no preveer, lo que sucedería al otorgar belleza y poder semejantes a los de él, a solo un ser.
Un mundo que nace entre nada augúrales albores recogiendo en sus tierras áridas las lágrimas de la divinidad sollozante por sus hijos que se matan entre sí.
Germina una nueva especie que mira estupefacta en los atardeceres, la sangre de los caídos, que quisieron alcanzar la gloria que les fue ajena.