Había una vez en un reino no tan lejano
un príncipe no muy sagaz,
pero eso si, muy pensativo
y quizás perspicaz.
Tenía a su lado a una princesa
de rubios cabellos
y de ojos verdes azulados.
La pobre suspiraba,
por que el príncipe tenia buen
aspecto,
pero su humor era muy aguado.
¡Joder, macho!, que si mi príncipe
fuera un poco atolondrado
estaría en mi paraíso soñado.
Y la princesita castellana
con ruegos suplicaba.:
Mi príncipe adorado por que no sales
a cazar dragones y enfrentarte a ogros
y toda bestia inhumana que recorre estos
reinos soñadores.
¡Caray! Cholita dorada
que acá estoy bien acomodado,
mas si ese es tu deseo, yo que soy
tu príncipe soñado,
iré y matare cualquier
ser espantoso, que vague por nuestros reinos
colorines y ostentosos.
La princesita le dio un beso y entre aplausos de júbilo
sonrió, mas antes de irse el mago amargón le advirtió:
Mi señor príncipe descerebrado, si encontráis
por cualquier ribera aun asunción payaso y burlón
no te le acerques, por que ese, será tu perdición.
El príncipe se fue muy contento y alegre,
y después de tres meses volvió.
Más su carácter
parsimonioso, cambio.
Era puro cuentos exaltados,
decía que había vencido a quimeras,
mandrágoras y una que otra vez se daba
una tremenda borrachera.
La princesita enamorada, de tristeza suspiraba:
¡Hala!, que el consejo me salió
aun peor que si le hubiese dado un enemigo
carroñero y encabritado.
Que mi principito amado,
se me ha vuelto, mentiroso y mal hablado.
Y su acompañante amiga,
que era muy joven e igualmente
vanidosa, le respondió:
Sino lo quieres al cuero,
yo me lo llevo.
¡No!- dijo toda enojada-
Y la princesita soñada,
se fue a buscar a su hada madrina
a ver que consejos le daba.
El hada madrina
estaba molestando a la bruja Agripina.
¡Orale!, que si me sigues molestando
Te convierto en papaya avinagrada,
El hada madrina solita se carcajeaba.
¡Hada Madrina!
¡Hada Madrina!
Repetía a cada instante la princesita linda,
y terriblemente enamorada.
¡Cónchale vale!
¡Que quieres ¡
Respondió con desagrado -
el hada madrina.
Hada madrina, que mi principito se ha vuelto
mentiroso y hablador.
¿Que me aconsejas,
para que sea como antes,
y deje esas poses tan desesperantes?
Pues muy fácil, pana,
solo dale un beso amargado,
a tu príncipe apendejado,
y volverá hacer tu príncipe soñado.
La princesita fue corriendo
al lado del príncipe mal hablado,
Más no había entendido bien,
Si le dijo amargado, o enamorado,
- Debe ser enamorado -
Se dijo la princesita enamorada,
dio un suspiro, junto sus manecitas y
le dio un beso enamorado.
Y el principito en un instante
se quedo convertido en
un sapo majo, pero encantado.
La princesita sonrió
y dijo:
¡Hala que el cuco
me quedo como el tren!
Lo acaricio tiernamente
y vivieron en su reino,
feliz, eternamente.