I.
¿Cómo empiezo
hablar de ti?
¿Entre líneas
divididas en cinco,
o en cuatro simples
espacios?
¿Cuál es la clave
para decir lo
que siento por ti?
¿La indolencia
de tu corazón
o la esclavitud
del mío
de quererte?
II.
Si pudiera decir
como son tus cabellos,
como es el brillo de
tu mirada,
la lindura de tus orejas,
el dador de tus
suspiros,
la textura
de tus labios,
la potencia
de tus alientos,
el dulzor de tu savia,
la suavidad de tu piel,
el sentimiento de tus abrazos,
la altivez de tu pecho,
la graciosa abertura
umbilical
de tu nacimiento,
la vigésima quinta letra
de tu gloria,
el suspiro extenso de
tus torneadas
columnas de alabastro,
cimentadas en la perfección
de tus pequeños
vestigios diáfanos.
III.
¿Dime amor,
cómo empiezo hablar de ti?
Si siempre
lo que me pediste
es morirme,
antes de sentir
mi amor por ti.
