- Papá, papá, aquí te traigo tu regalo de cumpleaños, mira, míralo, pero esta muy feo, quise hacer una rosita de papel y no me ha salido, cuando sea grande te comprare un reloj muy caro así como usa el papá de Sebastián.
Hace un pucherito, pone su mirada triste y yo la levanto y la pongo junto a mí lado y le digo:
- Dime mi niña… ¿Has visto alguna vez, como los niños le guardan cierto cariño ha cosas que para uno, no tienen valor?
- ¡No!
- ¿No?... ¿Estas segura?
- SI.
- Mira, mi amor, tú tienes una mantita de color amarillo y en el centro hay un unicornio rosa bordado con cariño, de tu mamá. Ella te lo tejió con paciencia, esperando el momento que brillaras en nuestro mundo de soledad.
- Si papá, es muy bonito.
- Te acuerdas, que hace un año te compramos uno muy bonito y demasiado caro, que tenia dibujitos de tu programa favorito. Tú, te alegraste y diste brinquitos de alegría cuando lo viste sobre tu cama. Tu mamá quiso llevarse el que ya estaba demasiado desgastado y deshilachado, para regalarlo o tal vez botarlo. Y tú, empezaste a llorar, y pediste que te lo devolvieran, que ya no querías el nuevo, que nos lo lleváramos o lo guardáramos, pero que volviera a tu lado tu mantita con el unicornio ya gastado.
Mi niña pone un dedito en sus labios, mira fijamente en un solo lugar, se queda así quietecita por un momento, y de pronto estira sus manos y me dice:
- Es que yo lo adoro, por que me lo hizo mi mamá.
- Así es mi tesoro, lo adoras por que te lo hizo tu mamá, así como yo adoro esta rosita de papel por que lo hiciste tú. Me regalaran por este día cosas que tienen un valor muy alto en dinero, pero al que más amare y me acompañara por el resto de mi vida, será la florcita hecha por mi lucero.
Mi niña se levanta, me abraza muy fuertemente y me da un beso en mi mejilla diciéndome:
- ¡Papito, yo a ti te quiero!