Si el primer amor, ese que llega por si solo del sentimiento, no del color de unos ojos, no de un cuerpo, no de una lujuria insana, sino de la ternura, del cariño, del amor virginal de dos niños que por primera vez se enamoran, mas luego llega la decepción, llega el sufrimiento y así como el primer amor por siempre se recuerda, la primera decepción, tampoco se olvida.
Dime, mi lucerito:
¿A quien estas acariciando,
con esas manos que
un día, amor me regalaron?
Dime, mi niñita:
¿Quien esta saboreando,
el carmín, de tus bellos labios?
¡No, por favor!
¿A quien estas mencionando?
¿A quien estas adorando?
¿A quien estas amando?
Dime, mi estrellita:
¿Quien es el afortunado
que se ve iluminado
por aquellos lindos
ojos idolatrados?
Explícame extraño:
¿Por que te robaste,
el latido de mi vida?
¿Por que hurtaste,
mi tesoro más preciado?
¿Es que mis lágrimas
son cienos de tu
amor, hoy odiado?
¿Es que mis ruegos,
ya son tu humillante letargo?
Dime, muñequita dorada.
¡Por que de mi, te has olvidado!
Y me olvido, como un minuto pasa al siguiente, como el símbolo de amor que se escribe en la arena, y en un instante las olas del mar lo desaparecen; como el sueño dichoso al cual no quieres despertar y cuando lo haces, y quieres contarlo todo, ya no puedes hacerlo.
Si, me olvido mi muñequita de oro, con sus ojos esmeraldas, con sus manos tan finas, delicadas y bellas, con su risa coqueta que hace feliz a otra alma.
Pero aun así, aun así, yo siempre mirare las estrellas y diré despacito su nombre, por que a pesar de todo mi flor estará ahí, sintiéndose por siempre feliz, por que su felicidad sera la mía, aunque ya no pueda tocarla.